Para que un vidrio pueda ser considerado como barrera para detener por un espacio determinado de tiempo la propagación del fuego, debe reunir dos condiciones: integridad y estabilidad. Adicionalmente los últimos criterios en la materia requieren que también brinde aislamiento térmico para evitar la ignición por radiación de elementos combustibles del lado de la cara fría del cerramiento.
Dicho comportamiento debe ser acompañado con las mismas propiedades de la estructura de soporte de los vidrios, y es en dicha condición que se emiten los certificados de resistencia al fuego.